La razón de la crisis parece ser una sola: el premio Nobel peruano estaría decepcionado y solo desde que su mediática novia decidió dejar de acompañarlo a varios de los actos públicos a los que él suele asistir.

El distanciamiento, según El Mundo, de España, se dio después de que en junio el escritor peruano firmó el compromiso de divorcio con quien fue su pareja por más de 50 años, Patricia Llosa. Desde ese momento, dice el medio, Preysler dejó de acompañarlo a los actos literarios en los que su novio es el centro de atención.

A Isabel eso le aburre y Mario estaba acostumbrado a Patricia, quien, además de viajar con él, organizaba su agenda, la maleta, los compromisos…”, dijo un amigo anónimo del escritor a El Mundo.

La crisis se habría ahondado después de un viaje que hizo la pareja a Estocolmo (Suecia), ciudad en la que Vargas Llosa recibió el Premio Nobel en 2010, esa vez acompañado por su hoy exesposa Patricia Llosa. Este año, acompañado por Preysler, el embajador de España en ese país les ofreció la residencia diplomática, que el peruano ya había aceptado en otra ocasión y que estaría totalmente desocupada para ellos.

Sin embargo, Preysler le pidió que se alojaran en el Gran Hotel por cuestiones de comodidad, pero Mario ya había aceptado el ofrecimiento del embajador, y declinar sería un acto poco cortés. La petición de Isabel, sumada a la distancia que ella había decidido tomar, habrían desembocado en el primer roce importante de la pareja.

Muchos creen que este bache en la relación era previsible, ya que Vargas Llosa no es muy amigo del mundo en el que suele moverse Isabel, y viceversa. Veremos, sin embargo, si el amor que el escritor le declaró abiertamente (“la felicidad tiene nombre y apellido -dijo Mario en alguna ocasión-: Isabel Preysler”) es suficiente para que esta improbable pareja siga en su luna de miel.

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