Bittman reconoce que no siempre fue así, que las primeras experiencias fracasaron, en especial por la falta de apoyo gubernamental y por las inyecciones de dinero de los embotelladores y fabricantes, que no se han quedado quietos. Citó, por ejemplo, el caso de Nueva York en 2009, donde su gobernador, David Paterson, retiró rápidamente la propuesta.

La columna de opinión de Bittman coincide con la reciente decisión de los fabricantes de esas bebidas en Colombia para no venderlas en colegios de primaria.

Bittman plantea que el impuesto a las bebidas gaseosas puede financiar los programas de las ciudades, y cita el caso de Berkeley, en California, aprobado hace 18 meses.

“Así que la puerta ha sido abierta, y este año 4 ciudades en el norte de California –San Francisco, Oakland, Albany y Richmond- están considerando impuestos a las gaseosas, junto con Illinois y Boulder, en Colorado. Gran Bretaña está planeando establecer un impuesto nacional a las gaseosas en el 2018, e India, Indonesia y otros países lo están debatiendo”, dice el columnista.

Cita, así mismo, la experiencia de México, que lo estableció en 2014 y logró la reducción del consumo de bebidas y el incremento de agua embotellada. México es uno de los países con mayores índices de obesidad del planeta.

Una medida de estas características –dice Bittman- es rechazada por los embotellados como amenaza al empleo, pero al mismo tiempo dice que lo más probable es que quienes dejen de consumir bebidas azucaradas opten por otros productos de los mismos embotelladores.

Para aquellos que critican el impuesto como ‘regresivo’ para los pobres, como el candidato demócrata Bernie Sander, Bittman les responde que son, precisamente, entre los pobres entre quienes más se mercadean estas bebidas, y que son quienes más sufren las consecuencias de salud de consumirlas (obesidad, diabetes y otras enfermedades).

“La lógica de crear impuestos a las bebidas azucaradas ha estado claro por una década: cada retraso en hacerlo significa así condenar otro porcentaje de nuestros niños a la creciente amenaza de diabetes y otras enfermedades”, concluye.

LO ÚLTIMO