Lo hizo con una aviso publicado en la edición impresa de El Tiempo: “El impuesto a las bebidas azucaradas no es el fin de la obesidad, es el fin de las tiendas de barrio que generan los ingresos de miles de familias que las atiendan”.

“En México cerraron 30.000 tenderos como consecuencia de la imposición de tributos y solo disminuyó la ingesta calórica aproximadamente a 6 calorías por día”, agrega la federación, citando a la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes de México.

“El problema de obesidad no está propiamente en las gaseosas. Está en una mala práctica alimenticia, está en la vida sedentaria”, añadió Guillermo Botero, presidente de Fenalco, en entrevista con La W.

“Aquí hay otras comidas y otras bebidas que contienen muchísimas más calorías que una bebida azucarada y me refiero a los jugos: jugo de papaya, jugo de piña, jugo de curuba, de cuánto jugo quiera uno saber… y la aguapanela, que es otra comida fundamental”, dijo Botero.

“Aquí lo que falta es ejercicio… Lo que pasa es que aquí quieren mezclar una política de salud pública con una política tributaria. Aquí no hay ningún tema de salud pública”, afirmó Botero.

Sin embargo, otra parece ser la opinión de la Organización Mundial para la Salud (OMS), que la semana pasada instó al mundo entero a ponerles impuestos a las bebidas azucaradas con el argumento de que un aumento del 20 % en su precio de esos productos podría llevar a “reducciones proporcionales en el consumo de tales productos”

“El consumo de azúcar, que incluye productos como bebidas azucaradas, es un factor importante en el incremento global de personas que sufren desde obesidad hasta diabetes. Si los gobiernos gravan productos como las bebidas azucaradas, podrán reducir el sufrimiento y salvar vidas”, afirmó Douglas Bettcher, director del Departamento de Prevención de Enfermedades No Transmisibles de la OMS.

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Foto: Pulzo / dav

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