Se calcula que las ventas de estos camiones adaptados como cocinas han crecido 120 % desde 2014, sumando cerca de $ 1.200 millones, informó El Espectador.

Sin embargo, la falta de normatividad ha obligado a los dueños de estos negocios a encerrarse en los lotes y a pagar arriendo.

Luis Alfredo Galvis, representante de esta industria, dijo al diario capitalino:

Es increíble que todos puedan vender en la calle menos nosotros, que cumplimos con todas las normas sanitarias y que le damos un buen y excelente producto al público”.

Además dijo que en Bogotá se intentó pasar un proyecto para sacar la normatividad de los ‘food trucks’, pero la administración Petro hundió la iniciativa.

Mientras que en Medellín permiten a los camiones parquear en algunos parques, ciertos días y por unas horas, con la condición de limpiar el lugar y devolver el espacio tal como se encontró, señaló Galvis en la nota.

Con ellos, al igual que Uber, sucede algo similar,  que tienen buena acogida entre el público, pero la legislación colombiana no está adaptada a estos servicios, explicó Guillermo Botero, presidente de Fenalco, en la nota.

Por ahora, existen varias aglomeraciones de estos establecimientos en el país. En la capital antioqueña los camiones se reúnen en Ciudad del Río, en Santa Marta se ven en el Rodadero y en Bogotá entre las plazoletas más visitadas están la de Usaquén y la de la calle 85 con 12, indica el periódico.

El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo realiza un estudio de mercado para actualizar la reglamentación de los restaurantes típicos que existen en el país y regular esta clase de negocios.

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