Si los hombres de Claudio Ranieri se imponen el domingo en el ‘Teatro de los Sueños’ al Manchester United, la Premier League inglesa conocerá al que sea con toda probabilidad su campeón más inesperado, por cuyo triunfo las apuestas pagaba a principios de temporada 5.000 libras por cada libra apostada.

Lejos del ambiente de fiesta y optimismo del presente, hace menos de un año lo que parecía un viaje tranquilo a Tailandia para premiar la salvación del equipo al final de la temporada derivó en un gran escándalo mediático.

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En unas imágenes difundidas por todo el mundo, tres jugadores del equipo, entre ellos James Pearson, hijo del que era entrenador de los ‘Foxes’, Nigel Pearson, aparecían en la cama junto a prostitutas tailandesas.

Pero más allá del contenido sexual de la grabación, causó gran controversia las expresiones soeces y racistas con las que los jugadores se referían a las mujeres que les acompañaban.

Este asunto creó un perjuicio catastrófico en términos de imagen para el club y para su propietario, el multimillonario tailandés Vichai Srivaddhanaprabha, un miembro de la élite conservadora del país, que pretendía con ese viaje dar a conocer a su equipo a los tailandeses.

Unas semanas después, Nigel Pearson, cuya relación con la prensa era tensa, abandonó su cargo como entrenador. Oficialmente por “diferencias insalvables en los puntos de vista”.

Aquella decisión de Vichai y de su hijo Aiyawatt fue muy criticada en su momento tras la remontada final del equipo, que se salvó y finalizó el campeonato en 14ª posición.

Máquina de ganar

Quince días después, el italiano Claudio Ranieri tomaba el mando del equipo convirtiéndolo en una máquina de ganar.

“El incidente del hotel permitió la llegada de héroes”, estima Satit Krikuln, el más célebre comentarista de fútbol de Tailandia, aludiendo sobre todo a la llegada de Ranieri.

Por supuesto, el incidente deterioró la reputación del equipo de Leicester y afectó a Tailandia… pero en el país ese tipo de asuntos se olvidan rápido”,

añade, preguntado por la AFP.

Los propietarios del equipo nunca hicieron mención al escándalo.

La policía de Bangkok, que amenazó con perseguir a las mujeres implicadas, afirma hoy no tener ninguna prueba de los hechos.

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El pasado domingo, varios centenares de aficionados tailandeses ataviados con la camiseta del equipo se reunieron ente el televisor en Bangkok para presenciar la victoria de su equipo.

Todo ello en un país ultaconservador en el que el sexo representa para muchos un tabú pese a su trepidante y desenfadada vida nocturna.

Interrogado recientemente por la AFP en la capital Bangkok, sobre una eventual estancia del equipo en el país, el hijo del presidente del club responde con un lacónico “no”.

Con AFP.

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