No bien había pasado de primero la meta en el Col de la Loze (el mismo día en que otro ídolo, Egan Bernal, dejó la exigente prueba por las dolencias que lo aquejaron), Miguel Ángel López voló de la empinada montaña a los titulares de prensa y a los artículos que reconocían su hazaña en medio de elogios.

Carlos Arribas, en El País, de España, empieza su reseña sobre López, una verdadera oda al ciclista colombiano, recordando que, de joven, se enfrentó a unos ladrones que quisieron robarle su bicicleta armados con cuchillos, hecho del cual salió herido, y con su bicicleta. De ahí el apodo de ‘Supermán’.

En clave de epopeya, como corresponde periodísticamente en estos casos, Arribas escribe que “en un paisaje de páramo, de hierba rala y oxígeno escaso”, “florece” el espíritu de ‘Supermán’ López, que cuando va a llegar a meta “ataca y parece que no ataca, porque de repente el mundo conocido, la física de los elementos que parecían tan fijados [en] este Tour como los planetas en el cielo, se transforma, y antes que una aceleración de Supermán tras una largada experimental de Kuss, el último de los de Roglic […], más parece que Roglic y Pogacar se detienen en su órbita y que voluntariamente le dejan irse al colombiano guerrero”.

“La revolución era posible, solo hacía falta voluntad temeraria, y la de Supermán, debutante en el Tour, […] es tremenda, es su fuerza, y su capacidad para acelerar en lo más duro, y le lleva hasta la cima, donde le lloran los ojos y se santigua, y espera que uno a uno, sin aliento, vayan llegando todos los que han tirado la calculadora a la cuneta tratando de seguir vivos”, pinta Arribas al héroe.

Marca, en cambio, pone el triunfo de López en la etapa 17 del Tour como en viñeta de comic, pues asegura que “el par de eslovenos [Tadej Pogacar y Primoz Roglic] son los villanos a vencer en esta historia”, y descarga sobre las espaldas del pedalista boyacense la responsabilidad de sacar la cara por Colombia después del retiro de Bernal y de Sergio Higuita.

Las opciones de Colombia en el Tour […] se han reducido dramáticamente. El retiro de varios escarabajos […] debilita seriamente la oportunidad de que un colombiano repita la hazaña”, plantea este medio. “Sin embargo, ante las dificultades siempre suele salir un héroe al paso y esta vez le tocó a […] López salir a hacer honor a su mote. Supermán tiene una misión en el propósito de representar a Colombia en la carrera ciclística más importante”.

De manera más directa, AS reseña así las posibilidades de López: “Supermán ganó una etapa a lo campeón. Es tercero de la clasificación y va a ser difícil que pierda el podio”.

Pero, y ese es el pero, sin referirse a López ni a nadie en particular, Juan Esteban Constaín pone en El Tiempo las cosas en otra dimensión, más terrenales, más humanas, más realistas, y recuerda que Colombia, “un país dado a la idolatría y la desmesura: a la obstinada adoración de cualquiera de los suyos, cualquiera, que haga algo bien en alguna parte y obtenga un premio o un reconocimiento por sus méritos y sus triunfos, por lo general muy luchados”, también se caracteriza por pasarles cuentas de cobro a esos héroes cuando fallan.

Claro que eso no es un ‘patrimonio nacional’. Este miércoles el ciclista español Pedro ‘Perico’ Delgado, excampeón del Tour de Francia, aseguró que el colombiano Nairo Quintana “llega como nunca y falla como siempre”, al referirse al desempeño de Quintana en la ronda gala, diezmado por varias lesiones.

Constaín asegura que, para el caso de los colombianos, “lo curioso y lo triste es que esos brotes de fervor por nuestros héroes suelen coincidir con su inevitable declive, como si se tratara de una maldición. Como si en Colombia […] saláramos a nuestras glorias nacionales”.

Por eso, prefiere que nuestros “pobres ídolos” logren “esquivar con sigilo el apoyo y el entusiasmo de su patria por ellos”, porque así garantizarán su éxito. “Es entonces cuando más triunfos y alegrías cosechan, al amparo bienhechor del anonimato, la soledad, la fuerza solo de su familia y sus pocos amigos verdaderos”.

“Pero empiezan las victorias y empieza también la maldición”, estima Constaín. “Colombia se enloquece, se concentra solo en ese pobre desdichado que ahora debe cargar con el fardo y la cruz […] de todo un país que lo está aplaudiendo y que le exige cada vez más, aun en la madrugada. Aunque el dato clave es la propaganda de televisión, pues basta solo una que protagonice nuestro héroe para saber que ya todo está perdido. Se acabó”.

Para este columnista, “cuanta más barra les hacemos a nuestros ídolos, peor les va”. Y expone lo que denomina la “virtud perversa que nos caracteriza”: “No solo salamos a nuestros ídolos sino que luego les enrostramos furiosos e indignados su fracaso, como si estuvieran en deuda con nosotros. Nos salen a deber”.

Los colombianos cobramos carísimo nuestro apoyo, nuestros desvelos, nuestra entrega sin límites y siempre festiva y voraz y coqueta a la causa de todo nuevo dios que llegue al pedestal; aunque más que un pedestal es un altar sacrificial”, termina Constaín y, desde esta perspectiva, cabe la pregunta de cuál será el destino de ‘Supermán’ López, ascendido ídolo colombiano por estos días, si no gana el Tour o si, mínimo, no queda en podio.