Hernández, quien se suicidó en la celda de la prisión de Massachusetts, donde cumplía condena de cadena perpetua por asesinato, sufría de un “severo” CTE (Encefalopatía Traumática Crónica, por sus siglas en inglés) cuando decidió quitarse la vida.

La noticia se dio a conocer en un informe de la policía estatal, que recogía las aportaciones del abogado del exjugador de origen puertorriqueño.

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El cerebro de Hernández fue donado por sus familiares luego de su muerte para que lo examinara la doctora especialista Ann McKee en la universidad de Boston.

El diagnóstico fue etapa 3 de CTE (la máxima es 4), además mostró imágenes del cerebro donde se muestra una atrofia cerebral temprana, poco común a la edad de los 27 años, que era los que tenía el exjugador cuando acabó con su vida.

Hernández se ahorcó en la prisión donde servía una sentencia de por vida sin posibilidad de salir en libertad debido al asesinato de Odin Lloyd, un exjugador semiprofesional.

Con información de AFP