Falta de fondos y desinterés de los patrocinadores, prejuicios culturales y familiares, un biotipo que no coincide con el dominante y un patrón de juego anticuado explican, según expertos, la presencia apenas testimonial desde hace años de las tenistas latinoamericanas en la clasificación mundial.

Sesenta y ocho jugadoras de las 100 mejores en la lista WTA son europeas. Estadounidenses, chinas y japonesas se reparten la mayoría de puestos sobrantes.

Garbiñe Muguruza, la actual campeona de Wimbledon nació en Venezuela, pero se crió en España y allí desarrolló su carrera.

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Hay que descender hasta el escalón 68 para encontrar a la puertorriqueña Mónica Puig, al 81 para hallar a la brasileña Beatriz Haddad Maia y al 84 para dar con la paraguaya Verónica Cepede.

La salvadoreña Cecilia Ancalmo, responsable de desarrollo de la Federación Internacional de Tenis (ITF) en Centroamérica, México y el Caribe (COTECC), y el brasileño Cesar Kist, su homónimo en Sudamérica, comparten diagnóstico sobre los problemas que lastran al tenis femenino en la región y están de acuerdo en que la solución llegará “a medio o largo plazo”.

“Antes de hablar de llegar a los puestos 100 del mundo hay que pensar que retener chicas en el juego en la adolescencia ya es un reto grande. Mi percepción es que es un tema bastante cultural”, reconoció Ancalmo a Efe.

“En general, no hay una participación femenina en deportes que se asemeje a la de los hombres”, precisó.

Para Ancalmo, que fue jugadora y es técnica y educadora, “la sociedad en general no ofrece mucha motivación a las niñas, que se van hacia cosas menos exigentes físicamente hablando”.

Citó iniciativas de la ITF como la selección de 13 jugadores de todo el mundo a los que se les da una ayuda de 50.000 dólares.

Respecto a Mónica Puig, campeona olímpica en 2016, la dirigente subrayó que “trabajó siempre con entrenadores de su país pero en algún momento empezó a hacerlo con europeos”.

“Hay una cierta falta de experiencia de nuestros entrenadores en producir jugadoras de nivel. ITF por eso invierte mucho en capacitación de entrenadores, tenemos un programa con Solidaridad Olímpica por el que van a Valencia (España) y hacen un curso durante seis semanas, van a torneos grandes. Es como irles exponiendo al tenis de ese nivel”, señaló.

En el caso de Colombia actualmente hay jugadores juveniles que sobresalen y que se espera puedan dar el salto y convertirse en una realidad, como el caso de Emiliana Arango o María Camila Osorio.

Emiliana Arango
Emiliana Arango, tenista colombiana / Twitter: Claro Open Colsánitas

Para Ancalmo, la llegada de jugadoras de su región a los puestos profesionales de privilegio es “un proceso de evolución, definitivamente a largo plazo”.

Referentes como Puig “motivan a otras jugadoras”. “Hay que aprovecharla porque lo ha hecho todo, nada le han regalado. Poco o mucho lo ha logrado con su mucho esfuerzo”, añadió.

México es el único lugar en la región donde las chicas tienen torneos de nivel para competir. “Cuesta mucho conseguir patrocinadores. Ya es difícil lograr dinero para hacer futuros hombres. En mujeres te dicen siempre que no te dan plata”.

La ITF destina a su región un presupuesto de 1.250.000 dólares en programas de desarrollo, sin distinción de sexo.

De la misma cantidad dispone Sudamérica, pero, destaca César Kist, “siempre se necesita más dinero, el presupuesto es limitado, pese a que mejoró un 40 % respecto al del año pasado”.

El impulso del tenis femenino en la zona es, aseguró a Efe el responsable, “un desafío de hace muchos años”.

“Hay un problema en el tenis sudamericano con el biotipo. Las jugadoras que dominan el circuito son altas, fuertes, y la jugadora de aquí es, con excepciones, pequeña, bajita”, dijo.

Otra razón, apuntó, “tiene que ver con los objetivos de vida. No hay muchas jugadoras que tengan el sueño de ser profesionales, de ser la primera del mundo. No hay una motivación intrínseca”.

Además, indicó, “la mayoría de las jugadoras pertenecen a familias con renta media-alta, tienen todo en la vida y no quieren luchar, salir fuera del país, irse a Europa una temporada”.

“El tenis femenino pasa hoy por Europa. Hay que estar allí dos o tres meses para jugar torneos y enfrentarse a las mejores”, afirmó.

A los padres “tampoco les gusta que sus hijas viajen solas porque, por educación, las familias son muy protectoras”.

Para Kist, en Sudamérica hay buenos torneos ITF y júnior de nivel 1 y 2, pero “los 3 y 4 son nacionales y tienen menor categoría”.

¿Una solución? “Cambiar el patrón de juego de la latina, que tiene un tenis de fondo de cancha, no de estar delante, de subir”.

Para lograrlo, confía en el éxito de los campamentos femeninos que desarrollan desde hace dos años en cada país de Sudamérica.

“Dos expertos, el paraguayo Alfredo de Brix y el argentino Mario Bravo, viajan y reúnen durante cuatro días a 16 chicas de entre 12 y 16 años. Ellas van con sus entrenadores, porque son los que tienen que aplicar las ideas y seguir trabajando para intentar mostrarles el patrón del tenis femenino moderno”.

Este año se incorporó al psicólogo argentino Claudio Sosa para trabajar también el aspecto emocional.

Otro programa, dijo, es el apoyo de la ITF a las naciones para organizar torneos femeninos profesionales con premios económicos otorgados por la propia federación.

También se han modificado los criterios para incluir a las chicas de hasta 14 y 16 años en las giras europeas de la ITF, “no solo ya por ránking, sino también por criterios técnicos: si están jugado bien, pero no tienen un ránking tan bueno, las seleccionamos igual”.

“Tener a dos o tres jugadoras de Sudamérica entre las cien primeras es muy poco. Vamos a seguir trabajando”, prometió Kist.

El francés Frank Couraud, responsable de centros de entrenamiento y de competición de la sección de Desarrollo de la ITF, mencionó el apoyo que el organismo presta a jugadoras como la colombiana Camila Osorio, de solo 15 años.

“La apoyamos a ella y a su equipo. Es una jugadora con la que estamos muy contentos. Ya está en algunos torneos profesionales y es una de las mejores promesas”, afirmó Couraud.

El directivo precisó que la ITF da más dinero en Sudamérica para la organización de torneos profesionales de mujeres que de hombres, 70.000 por 50.000 dólares, gracias al Grand Slam Development Fund.

“Y también intentamos que en la medida de lo posible haya una paridad de género en los equipos de entrenadores. Sobre todo en los equipos de -14 y -16 años. Intentamos identificar a buenas entrenadoras”, puntualizó.

Con EFE.