La prueba muestra al piloto escocés, que corrió en la época en que Juan Pablo Montoya era piloto de Williams BMW, disfrazado de conductor de servicio público, con barba y bigote postizos.

Una pareja se sube para que les haga un servicio hasta la estación de tren. De inmediato, el piloto da un reversazo a toda velocidad y hace un semitrompo para seguir de frente, en medio de los gritos de la mujer.

Luego, el auto Mercedes Benz sigue derecho sobre una rampa y pega un salto que deja aún más asustados a sus pasajeros, para luego pasar las ruedas por otra rampa que deja al vehículo andando en dos ruedas, para finalmente estacionarse al frente de la terminal de trenes, entre chirridos de neumáticos.

El mensaje del experimento, organizado por una compañía aseguradora, es: “No hay excusas para pagar por la mala conducción de los demás”.

Luego, David se quita la barba y el bigote y les pregunta a sus pasajeros que si disfrutaron del paseo, para después tomarse la foto de rigor.