El hecho sucedió en el torneo Masters 1000 de Shanghái, China, en el partido entre el norteamericano y el búlgaro Grigor Dimitrov.

Inmediatamente después del golpe, el niño no pudo evitar las lágrimas, por lo que Dimitrov, en un gran gesto de humanidad, detuvo el partido y fue a ver qué le pasaba. Además, para intentar consolarlo, le regaló su muñequera.