El asturiano salió lesionado de un amistoso contra Chile, en Ginebra, el 10 de septiembre de 2013, “por un golpe en su tobillo, que le provoca una fisura en el hueso”, recuerda el diario Marca, que enseña en su portada de este viernes una imagen del pie del jugador cuatro años después.

Desde aquel golpe, el ‘Cuín’ nunca volvió a ser el mismo. Empezó a jugar con dolor, se acostumbró a él, y cuando no pudo soportarlo, comenzaron las infiltraciones.

Se perdió el Mundial de Brasil, pero siguió siendo jugando en el Arsenal inglés, hasta que sufrió una rotura de ligamento externo en la rodilla izquierda y fue sometido a una cirugía. Apenas comenzaba el calvario.

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La rodilla sanó, pero el tobillo no. Casi un año después, el jugador volvió al quirófano, esta vez por “lesión en el tendón de la zona plantar del dichoso pie derecho”, recuerda el diario deportivo español:

“Al mes le quitaron los puntos, pero la herida se abría una y otra vez y ha pasado por quirófano en ocho ocasiones en un año. Un trabajo médico casi a ciegas sin ver la luz durante demasiado tiempo. Una lesión sin esperanzas, sin antecedentes en el mundo del fútbol”.

Sin hallar una solución en Inglaterra, dejó a su esposa e hijos (que estudian en Londres) y volvió a España, para confiar su pie al doctor Mikel Sánchez, quien de nuevo lo envió al quirófano.

“Vio que tenía una infección tremenda, que me había dañado parte del hueso calcáneo y comido el tendón de Aquiles, ¡me faltaban 8 centimetros!“, dijo Cazorla a Marca.

Además, le hallaron tres bacterias “más que agresivas”, y que le causaron numerosas infecciones. Pero la recuperación comenzó, por fin.

Hoy, luce parte del tatuaje que tenía en el brazo en su tobillo y los médicos le dicen que debería estar agradecido si puede dar un paseo por el parque con sus hijos, pero Cazorla aún sueña con volver a pisar las canchas y continuar su carrera.

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