Los del Tío Sam blanquearon el miércoles por 8×0 a Puerto Rico, que llegó a la final invicta y viaja de vuelta a la isla “100% satisfecho”, según dijo el mánager Edwin Rodríguez.

“Es un proceso que comenzó hace años, pudimos ver como talentos crecieron. Correa, Lindor, Báez, Edwin Díaz, Joe Jiménez. Y años atrás estábamos ya pensando en este tipo de talento (…). Ha sido increíble de principio a fin”, añadió.

Estados Unidos gana su primer título en su primera final, una sorpresa para el país rey en este deporte, cuya selección, si bien contaba con puros grandeligas, no apostó solo en súperestrellas sino también en jugadores jóvenes para que dieran una refrescada al combinado.

“Espero que muchos jugadores vean lo que ha pasado aquí y que estén un poco más emocionados de jugar en este evento”, señaló el mánager Jim Leyland, que llevó a los Marlins a ganar la Serie Mundial en 1997.

A diferencia del Mundial de fútbol, el Clásico, que coincide además con los entrenamientos de primavera de la MLB, no despierta la misma pasión entre los jugadores profesionales.

Las revelaciones

Hay que destacar el caso colombiano. Nadie apostaba que sería ganador, pero tampoco que sacaría la garra como lo hizo.

Mostró que tiene garra y béisbol, llegó hasta donde pudo.

Es el equipo heredero de Édgar Rentería y Orlando Cabrera, de jóvenes deportistas que usaron el Clásico como vitrina para equipos de Estados Unidos.

Israel e Italia también tuvieron presentaciones respetables.

Y otro que no decepcionó fue el público: 51.565 espectadores en la final, un récord. ¡Y cómo supieron hacer ruido!

Pesadilla quisqueya

Los boricuas habían perdido la final hace cuatro años frente a República Dominicana. Pero esa venganza ya se la sirvieron en el plato frío de la semifinal.

República Dominicana, el mayor exportador de talento al béisbol mayor, llegó al Clásico con jugadores de la talla de Robinson Canó, Johnny Cueto, Hanley Ramírez, José Reyes, José Bautista, entre otros grandes. Era difícil que con ese equipo se pensara que podía perder… Pero perdió.

Los sacaron los “rubios del béisbol” – todos se tiñeron el cabello o barba para el torneo- a los que, a pesar de no tener el trofeo en la maleta, les espera una gran fiesta más que merecida. La final fue un mal partido, sin duda, producto de un pitcheo ineficiente de los boricuas y uno muy efectivo de los ‘gringos’.

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Pero los isleños le dieron un respiro a los habitantes en medio de una severa crisis económica.

Aunque si se trata de crisis, Venezuela está a la cabeza: falta comida, medicamentos, gasolina… y también béisbol.

La vinotinto dirigida por Omar Vizquel fue un completo desastre. Con un equipo envidiable, no hizo nada.

La ofensiva fue poco oportuna a pesar de contar con toleteros de alto calibre como Miguel Cabrera, Víctor Martínez, Carlos González y Rougned Odor, empeorado por su ya sabido talón de Aquiles, el pitcheo.

Cuba, por la puerta de atrás

Lo de Cuba tampoco tiene nombre. País en el que también el béisbol es ley, la selección salió por la puerta de atrás, humillada en Japón con un 14-1 de Holanda para ser eliminados en una segunda ronda sin ganar un solo partido.

“Me pregunto, a dónde se fue ese equipo, porque se puede perder, pero bochornosamente a la pelota le está prohibido”, escribió Oscar Sánchez, subdirector del diario Granma.

Algunos medios especializados explican que a Cuba le ha afectado la deserción de jugadores estelares sin que hayan podido renovar.

Japón, ganador de las dos primeras ediciones, se quedó en la semifinal a manos de los ahora campeones.

AFP

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