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El diario bogotano, en el primer párrafo del texto, plantea una pregunta relacionada con las críticas que recibió Nairo Quintana por no cumplir las expectativas nacionales: “¿Por qué somos tan apresurados cuando se trata de crucificar héroes?”.

Aunque El Espectador en efecto reconoce que el mismo Nairo y su equipo, el Movistar, crearon la esperanza de que se podía ganar el Tour de Francia, dice que todavía sobran motivos “para esperar de Quintana las más grandes proezas”.

Respecto al desempeño del ciclista en la competencia, el diario comenta que hubo varias personas que lo criticaron por no atacar y dejar “que Froome se escapara, incluso en la primera semana, cuando se sabía que el fuerte del boyacense era la tercera”.

Nairo, dice El Espectador, tuvo que responder día a día por esos cuestionamientos. Por esa razón, ante esa corriente de opinión adversa, el medio hace el siguiente planteamiento:

Si bien estamos hablando de un caso particular, no es la primera vez, ni será la última, en que los colombianos sean presurosos en desechar todo lo conseguido cuando es menos que la perfección, demostrando una incapacidad para valorar los procesos invisibles, larguísimos y difíciles que hay detrás de la grandeza”.

“En las críticas a Quintana quedó en evidencia un país facilista, enamorado de las glorias inmediatas, inconsciente del trabajo que requiere llegar a la cima, incapaz de valorar lo que sí se consigue”, añade El Espectador.

En ese sentido, el diario dice que lo mejor sería glorificar “la disciplina diaria, el aprendizaje, la construcción a partir de los errores, el goce de los triunfos progresivos, el profesionalismo como potenciador del talento, no como su enemigo”.

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