Tras el descanso de este martes en Berna, el recorrido a partir de este miércoles y hasta el sábado ofrece un menú de cuatro etapas para temblar.

Terreno tiene Nairo (Movistar) para asaltar el reinado de Chris Froome (Sky); aptitudes, también. Pero, ¿tiene ahora las fuerzas suficientes para enjugar los 3 minutos que le tiene de ventaja el británico? ¿Cuándo y dónde hará la emboscada? ¿Tendrá al equipo a su lado en la hora de la batalla? En Movistar nadie tira la toalla y Nairo anuncia su parte de guerra. Las preguntas están en el debate, con el punto de partida de que Froome tiene el Tour “casi” resuelto.

La oportunidad para Nairo comenzará este miércoles con una jornada con final en la inédita cima de Finhaut Emosson, un premio fuera de categoría que Froome conoce del Dauphine 2014, de 10,5 kilómetros al 8,4 % de pendiente. Por sus características, es similar al Alpe D’Huez. Antes del puerto final hay que afrontar el Col de la Forclaz (13 km / 7,9 %).

Tal vez la cita que más quebraderos de cabeza provoca a los favoritos es la cronoescalada del jueves entre Sallanches y Megève, de 17 kilómetros. Las diferencias que marque el reloj podrían perfilar bastante el podio de París.

Por si fuera poco, restarán dos etapas de enorme dureza. La del viernes entre Albertville y Saint-Gervais Mont Blanc, corta, de solo 146 kilómetros, con el paso de la Bisanne, de categoría especial (12,4 km al 8,2 %) y el ascenso final de 9,8 km al 8 %.

El remate final entre Megéve y Morzine lo pondrán el Aravis, La Colombiere, Ramaz (13,9 km / 7,1 %) y Joux Plane (11,6 km / 8,5 %), a solo 12 de meta.

Ante semejante panorama, Froome, líder sólido e indiscutible de la carrera, se molesta cuando escucha que ya ganó su tercer Tour. “Eso es basura, porque hay rivales”, dice, aunque los números reflejan que su hegemonía lo pone en la “pole” para entrar triunfador el domingo en París.

Esa hegemonía está amurallada en un superequipo, el Sky, que tiene la carrera bloqueada, bajo control absoluto. Nadie se mueve y nadie ataca. Un apartado que sorprendió al propio Froome, que esperaba que sus rivales intentaran algún movimiento. Los momentos más “tensos” se redujeron a dos amagos de Nairo en el Mont Ventoux. Nada más.

Pero lo que viene no es un camino de rosas para nadie, pues la carrera entra en los Alpes con tres etapas y una cronoescalada que pueden ser escenario de sorpresas. En este capítulo, eso sí, se espera a un candidato que apenas ha asomado: Nairo, que entra en su terreno, ante su última oportunidad, a 3 minutos de Froome.

Así que a la entrada en los Alpes, la pelota está en el tejado del Movistar. Nairo ha dejado los deberes para el final y, como ya hizo en 2013 y 2015, deberá quemar las naves en las cuatro jornadas alpinas. Esta vez, preocupa que el boyacense no haya dado sensación de estar en un gran momento, como dijo en la salida del Tour, y se ha dedicado a aguantar la rueda de Froome y sus chicos y a cometer algunos errores que le han lastrado desde la primera semana.

Muchas cosas han pasado desde que un sonriente Nairo insistiera hace una semana en el primer día de descanso del Tour en que seguía soñando con ganar, cuando solo le separaban 23 segundos de Froome. Siete etapas después, a casi 3 minutos, sueña con un milagro en Los Alpes.

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