Corría el minuto 55, 114.580 asistentes esperaban el gol en las tribunas. En la cancha, el balón pasó por Batista, Enrique, el ‘vasco’ Olarticoechea, Maradona y Valdano, llegó al centro del área, por el aire, y el 10 se elevó más alto que el arquero Peter Shilton, con “la cabeza de Maradona y la mano de Dios”, abrió el marcador.

Los ingleses protestaron al árbitro tunecino Ali Bennaceur, en vano. El ‘pecado’ del ‘Pelusa’ le dio la vuelta al mundo. Cuatro minutos después, el mundo lo perdonaría. Así lo recuerda Alfredo Relaño en su libro 366 historias del fútbol mundial:

“Maradona recibe, aún en su propio campo, un pase de Enrique, arranca y va dejando rivales por el callejón del ocho, hasta burlar la salida de Shilton y marcar. Seis ingleses han quedado en el camino. Víctor Hugo Morales, el más célebre relator de fútbol de Argentina (y eso que es uruguayo), lanza su frase más célebre: «¡Barrilete cósmico! ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado diciendo Argentina?»”

Más tarde, Gary Lineker descontó. Después de los dos de Maradona, este fue un gol sin sabor. Quedaban 9 minutos y el tiempo no le alcanzó a los ingleses.

Días después, la selección Argentina eliminó a Bélgica en semifinales, superó a Alemania nuevamente en el Azteca y alzó su segundo trofeo como campeona del mundo.

La discusión sobre los goles de Maradona terminó hoy hace 30 años, en los vestuarios del Azteca, en la voz de sir Bobby Robson, que declaró:

Sí, el primer gol no debió valer. Pero el segundo que nos hizo debió valer por dos”.

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