Es la segunda vez en su historia que los Falcons juegan un Super Bowl, razón suficiente para ser considerados como la revelación del campeonato y el más débil en esta contienda contra los Patriots.

La primera vez que los Falcons jugaron una final de fútbol americano fue contra los Broncos en 1999, partido que perdieron 34-19, recuerda The New York Times.

Su casa es el Georgia Dome, en pleno ‘downtown’ de Atlanta. No obstante, está en proceso de construcción el Mercedes-Benz Stadium localizado en Flowery Branch, del que se espera que empiecen a utilizar a finales de 2017.

Su jugador insignia es Matt Ryan, su quarterback o mariscal de campo. Tiene 31 años y lidera el mejor promedio de touchdowns con 38 en 534 pases. Es la primera vez que Ryan juega un Super Bowl, redondearía una de las mejores campañas en la historia de un jugador en su posición.

Matt Ryan
Matt Ryan, estrella de los Falcons de Atlanta / Foto: Getty

Devonta Freeman y Julio Jones son otros de los jugadores más reconocidos de la franquicia de Atlanta, los dos el onceno ofensivo. Precisamente, Falcons tiene la mejor ofensiva del campeonato, con le mejor registro de puntos, yardas y pases por partido, señala CBS.

En defensa, los jugadores a tener en cuenta son Alex Mack y Vic Beasley. También tiene uno de los mejores pateadores de la NFL, Matt Bryant.

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Jugadores de Falcons bañan a su entrenador Dan Quinn luego de aganar el título de conferencia / Foto: Getty

El entrenador del equipo de Atlanta es Dan Quinn, quien fue jugador de Salisbury State. Fue el coordinador defensivo de los Seahawks, con los que estuvo en los Super Bowl de 2013 y 2014. Es la primera vez que dirige en un Super Bowl como entrenador jefe.

El dueño de los Falcons es Arthur Blank, quien fue uno de los fundadores de The Home Depot, una de las tiendas más grandes de herramientas y productos de construcción en el mundo. Pagó 545 millones de dólares en 2002 por el equipo, que hoy en día está avaluado en más de dos mil millones de dólares.

Con 74 años, Blank se hizo aún más famoso en Estados Unidos no por sus ganancias, sino por su forma de celebrar bailando los triunfos de su equipo.

 

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