Recordó la historia de guardameta desde niño y lo invitó a levantar la cabeza después de los golpes sufridos ante el Bayern Múnich en la Liga de Campeones.

Esta es la carta que fue replicada por el GolCaracol.com:

Hoy creo que es un buen día para escribirte, hijo. A pesar de que hablamos todos los días, quiero volverte a decir lo que significas para mí, para la familia y para todo el país.

Desde que tu mamá y yo te dejábamos en el Colegio El Rosario, donde empezaste en la guardería, sabía la clase de persona que ibas a ser. Alguien tranquilo, obediente y amoroso.

Han pasado los años, has conocido países, ganado títulos, pero tu esencia no se ha perdido.

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Conservas mucho de aquel niño que críamos en Santa María La Nueva, ese barrio de Itagüí a donde te llevamos con apenas tres meses de vida, y que se convirtió en tu hogar durante 18 años.

Ya sabes que si no fuera porque cuando jugabas con Nacional los hinchas te cantaban en las noches frente la ventana y no te dejaban dormir, aún viviríamos allí, cerca de nuestros amigos.

Cuando vamos de visita, aún recuerdo las veces en las que llegabas de estudiar y te salías para la cancha del frente. Cómo olvidar los primeros partidos, los primeros equipos, los primeros logros.

Desde pequeño aprendiste a mirar hacia el futuro y esforzaste por llegar a donde querías. No fue fácil, todos lo sabemos, crecer en un sector con tantos problemas como ese, pero ahora miro hacia atrás y creo que eso te ayudó para diferenciar lo bueno de lo malo, hijo.

Estoy seguro que a ningún padre le gusta ver triste a su hijo. Y yo te he visto muchas veces triste por el fútbol, como hace unos días. Eres un ganador desde siempre.

Ya no te tiras al piso ni te pones a llorar cuando te hacen un gol, como lo hacías de pequeño, pero sé que las derrotas aún te duelen como a nadie.

Te lo dije por teléfono y te lo escribo hoy. Hay que seguir adelante, la vida es un sacrificio y el fútbol también.

Hoy estás en tu país, con tu selección, con tus amigos. Acá todos te quieren. Como padre y como colombiano te pido que no bajes la guardia, que sigas trabajando como siempre, teniendo claros tus deberes y tus compromisos. Los mejores porteros del mundo han sido vencidos, pero todos siempre han seguido luchando.

Me despido, mi amor, deseándote un gran trabajo con tus compañeros en estos partidos. También en el torneo de PlayStation que hacen siempre entre ustedes. Ojalá sigas eligiendo al Barcelona y ganándoles a todos.

Espero tu llamada, como lo haces después de cada partido, cuando me preguntas: “Padre, ¿cómo me viste?”. Ya sabes que soy tu crítico número uno, pero por encima de todo, siempre seré tu papá.

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