En una estremecedora columna, Del Campo Marín cuenta cómo fue su frustrante experiencia, junto con cuatro amigos más, de ir al estadio El Campín a ver el partido que disputó el onceno embajador con Atlético Nacional. “Nos tocó ver el matoneo de cientos de personas. Delincuentes vestidos con camiseta del club van braveando al que encuentran sin el dichoso trapo azul y le exigen la cédula”, o incluso fotos en el celular que comprueben su lealtad a los colores locales, denuncia.

Para calificar la actitud de estos supuestos hinchas, a quienes denomina como “grupo de delincuentes que oficia de grupo paramilitar” que “’barre’ de las graderías todo lo que no sea azul o no pueda comprobarlo, apoyado por la policía”, Del Campo Marín emplea reiteradamente los términos ‘estupidez’ e ‘imbecilidad’ que, como puede concluir cualquier lector al leer su texto, no pueden ser más precisos.

Entre las varias circunstancias que tuvo que sortear en su odisea, el autor de la columna relata dos que ilustran por qué ve como estúpido e imbécil todo aquello en lo que están involucrados los barrabravas de Millonarios, y por qué hay que prestarle atención a esta situación que ya luce fuera de control.

La primera la vivió en carne propia, cuando “un par de estos idiotas” lo constriñeron (‘apretaron’) a él y a sus cuatro amigos: “‘Muéstreme fotos’ tratamos de buscarlas pero la señal es pésima. No cargan. ‘Ustedes me muestran algo porque ustedes me apuñalaron en Medellín’. ‘¿Nosotros?’. ‘Sí. Ustedes paisas hijueputas’. ‘Hermano, yo no soy paisa. […] ‘Es que yo sí sigo a Millos a donde vaya’. Imposible razonar con un estúpido simio vestido de hincha”.

Y en la segunda fue testigo: “Tuve que ver y avergonzarme por como sacaban a un padre de familia con sus dos hijos pequeños de la tribuna oriental. No vestían ningún color. Sus sacos eran grises. El padre los abrazaba a cada uno y trataba de razonar con la policía que los arreaba hacia afuera por la grama cerca a la gradería. Los niños miraban asustados a esa cantidad de rostros con camiseta azul que les gritaban enloquecidos que se largaran en medio de un aluvión de groserías”.

Del Campo Marín retrata lo que pasa en el estadio diciendo que “durante el partido la gente se mira con miedo. No saben si a quien tienen alrededor es uno de estos “barras bravas” dispuesto a amenazarlos o, incluso, a cumplirles la amenaza adentro o afuera del estadio. No lo pueden creer. No lo podemos creer. Hemos sido violentados por gente de nuestra ciudad, de nuestro equipo, en nuestro estadio. Imbecilidad […]. Esto es un monstruo desbordado, con una afición mal entendida. No entendida”.

Otro que no ahorra calificativos para esos hinchas desbordados es el comentarista Iván Mejía Álvarez, que en su columna en el mismo diario capitalino no los baja de “mequetrefes vestidos de azul” que “se sienten dueños del estadio El Campín”.

Reafirma que se trata de sujetos que “amenazan y maltratan a quien no porte la camiseta de Millonarios en las tribunas, como si todo el que asiste a un espectáculo público tuviera la obligación de vestirse de una manera”. Y agrega: “Las quejas y denuncias públicas de quienes fueron vejados, intimidados y sacados del estadio por estos delincuentes darían para llenar páginas y páginas”.

Se queja asimismo de que “ante la denuncia airada de quienes fueron maltratados no se ha visto una reacción de la junta directiva de Millonarios y, por ende, de quien los representa, el presidente Enrique Camacho, un autista total en el tema, un individuo que se toma fotos con las barras bravas y al que parece que le complacen los actos delincuenciales. Silencio, ese absoluto silencio, significa aprobación o miedo”.

Daniel Mejía, Subsecretario de Seguridad de Bogotá, aseguró en Caracol Radio que los integrantes de las barras de Millonarios están incumpliendo con los compromisos que habían pactado con el Distrito.

“Hubo un acuerdo inicial con ellos y lo incumplieron. Se portaron mal en el partido contra Nacional. En Manizales también generaron muchos problemas: creo que apuñalaron una persona que cuidaba los baños, robaron a unos vendedores ambulantes en una de las entradas del estadio. Estamos revisando el tema porque les dimos una oportunidad y no quisieron tener buen comportamiento”, dijo Mejía.

Anunció que el tema será llevado a comité para ver qué decisión se toma con las otras entidades del Distrito y del nivel nacional. Este martes se definirán las posibles sanciones para las barrabravas de Millonarios.

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