El atacante francés provocó con un desborde suyo la pena máxima, y luego conquistó con tranquilidad el tanto de la ventaja en la serie cuando el reloj marcaba 27 minutos:

Dentro de seis días, en el estadio King Power de Leicester, con un buen resultado para el Atlético, pero con un marcador tampoco demasiado malo para el conjunto inglés, que se marchó del Calderón sin un tiro entre los tres palos, pero con una versión competitiva que le permitió seguir vivo incluso tras el gol de la derrota.

Hubo dos fases en todo ese tiempo. La primera, de unos 18 minutos, propiedad absoluta del Atlético, con balón y sin él, en ataque, en defensa y en cada sector del campo. Intenso, rápido, dueño de cada segunda jugada, suelto, demasiado quizá desde el punto de vista de su oponente, vertical, incisivo… pero sin gol.

Por el poste, como el derechazo que soltó Koke Resurrección, o por una definición floja, centrada o fuera, como le ocurrió dos veces a Fernando Torres, una al belga Yannick Carrasco, otra a Griezmann y una más a Saúl Ñíguez, otro de los hombres clave de la victoria. Omnipresente y contundente en las ayudas, fue un seguro.

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No logró el gol cuando era indudablemente superior y sí lo marcó cuando más dudas sentía, cuando el Leicester, un equipo que había tenido sólo un plan hasta entonces -pelotazo rumbo a un activo Jamie Vardy, un verdadero incordio para cualquier defensa-, entró ya en el duelo con intención, cerca del área contraria y sin salida atlética.

Realmente, no ocurrió mucho más en la segunda parte. Poco remate en las áreas. Algo más del Atlético, muchos centros intencionados sin finalización en la búsqueda de un segundo gol valioso para la vuelta, y nada del Leicester; los dos ya a la espera del exigente combate definitivo dentro de una semana en el estadio King Power.

Así formaron los equipos:

Con información de EFE.

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