Atrás quedaron los días en los que los jugadores de la Selección Colombia bailaban al ritmo de Pablo Armero tras cada gol que marcaban. Armero dejó de ser llamado por Pékerman por su nivel futbolístico, eso sí, nada de problemas personales.

El problema para ‘Minía’ es que hoy ya no se habla de él por lo que hace dentro de la cancha, sino afuera. En una columna en Futbolred, Esteban Jaramillo retrata la mala hora del lateral:

Armero pasó de la alegría en la Selección, en la que siempre fue protagonista y eje central, a la tristeza del escarnio público, por su injustificada conducta, con arremetida brutal en contra de la madre de sus hijos”.

Además advierte la gravedad de lo que hizo: Mucho le costará borrar esta jugada de su memoria. Ha sido la peor, tan grave como la trampa en el juego, el racismo, la injusticia, o la impunidad”.

Y termina con lo que más duro le debe dar a Pablo: “El repudio enérgico del pueblo que lo admiró es su castigo”.

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