En los últimos años había sufrido un empeoramiento en su estado de salud, dada su avanzada edad.

Havelange fue uno de los principales artífices de la designación de Río de Janeiro como sede olímpica, pero fue el gran ausente en la ceremonia de inauguración celebrada el pasado 5 de agosto en el estadio Maracaná.

Su caluroso discurso en Copenhague en 2009 fue uno de los factores que convenció a sus entonces colegas del Comité Olímpico Internacional (COI) para votar a la ciudad brasileña por delante de Madrid, Chicago o Tokio.

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Havelange, que fue waterpolista, estaba prácticamente marginado desde que en 2012 se destapó el escándalo de pago de sobornos por parte de ISL, empresa que fue dueña de los derechos audiovisuales del Mundial, a altos dirigentes de la Fifa, entre ellos su presidente.

Tras descubrirse el escándalo, Havelange renunció a su puesto de presidente de honor de la Fifa y a su cargo de miembro del COI, antes de que estos organismos tuviesen tiempo de estudiar posibles sanciones.

Pese a sus éxitos en popularizar el fútbol, Havelange fue considerado, según The Washington Post, “el arquitecto de un clima de corrupción de alto nivel que permeó el fútbol durante décadas, lo que finalmente terminó por sacar del cargo al sucesor de Havelange, Joseph Blatter”.

Durante el tiempo que permaneció como cabeza de la Fifa, el medio estadounidense dice que Havelange se enriqueció y lucró a su círculo más íntimo.

EFE

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